La joven Alexa Torres denunció en 2016 al cura Silvestre Olmedo por acoso sexual. Ella era coordinadora de la pastoral social juvenil de la parroquia San José de Limpio y tras el hecho buscó refugio y respuestas por parte de la iglesia católica. Pero su representante, Monseñor Edmundo Valenzuela, envió una carta pidiendo “no hacer de una piedrita, una montaña”. Con ese mensaje, la Iglesia tomó una postura cómplice con el agresor.